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Fotos de 'Otra noche sin dormir' en Pamplona y nueva fecha

Esta vez el concierto de 'Otra noche sin dormir' [fotos en el blog de la gira] fue algo distinto, empezó de día, hasta la última parte de Rosendo la luz entraba por los ventanales del pabellón Anaitasuna de Pamplona y se hacía raro. Hacía un calor de muerte y el recinto se llenó con la gente cercana a 2/3 de esta gira: Aurora y Barricada. Otra cosa a reseñar es que estos últimos invitaron al Piñas de Marea a tocar en 'Las paredes del pozo', que presentó el Drogas leyendo un fragmento de la última carta que escribió el alpinista navarro Iñaki Ochoa de Olza, quien llevó a los Barri a 7.400 metros, sobre decir que fue un momento muy emocionante. El ambiente fue inmejorable, nos siguen temblando las canillas en muchos momentos con esa gente subida al escenario. Y si todavía nos pasa, no va a dejar de hacerlo. Nos vemos el 12 de julio en San Pedro del Pinatar, Murcia. Última hora: se acaba de confirmar una nueva fecha para la agenda, tendremos 'Otra noche sin dormir' el 13 de septiembre en Peralta (Navarra).



Las paredes del pozo
Jueves, 10 de abril de 2008

Me parece que ya se ha hecho tarde para cambiar de rumbo, y además no tengo ganas. Creo que somos tipos tercos, de esos que nunca aprenden aunque les muelan a palos. Sostengo que la escalada ha rescatado mi vida de las garras de una existencia burguesa, mediocre o insignificante, o todo ello a la vez.

Aunque haya quién piense que sólo somos los niños malcriados de una sociedad decadente, yo no lo creo así, y sólo espero el momento de subir bien alto para mirar una vez más con infinita libertad dentro de mí, y para robarles energía a estas montañas sin par que me alimentan y enriquecen cada vez más.

Esta vida, que yo mismo he elegido, me llena profundamente. "Piedra que rueda, no coge musgo" dice un refrán, creo que inglés o algo peor. Mis paisanos de Barricada lo cantan mucho mejor, sin duda; "Mira cómo todo se llena de polvo, cuando no le das meneo a la vida.". Para barricada de verdad, esta pared sur del Annapurna que domina nuestras vidas y es el objeto de nuestros anhelos, esperándonos como un amigo fiel y silencioso. Y para meneo, el que sin duda nos espera. En toda la historia, sólo 5 personas han subido a la cima por la arista este, nuestra ruta.

Hemos comenzado el arduo trabajo de encontrar la ruta y equipar los primeros campos de altura, acarreando hacia ellos toda nuestra impedimenta, que es escasa pero aún así pesa lo suyo en nuestras mochilas. Como siempre, escalamos sin sherpas, y por supuesto sin oxígeno. La ruta no decepciona; es farragosa, inconcreta y exigente desde el primer metro. Para empezar a hablar del tema, hay que perder 200 metros de altura y bajar a un glaciar pedregoso que nos separa de la morrena opuesta, lugar donde se instala el campo base tradicional. Pasado este sombrío lugar, una empinada travesía de hierba congelada nos pone en apuros, y debemos ponernos los crampones para superar el tramo, que dejamos equipado con una cuerda de 150 metros, ya que un simple resbalón sería mortal de necesidad. Todo ello a la altitud extrema de 4.200 metros. Miseria desde el principio, cómo me gusta.

Así es como empezó todo, hace ya unos días, pero ahora una semana larga de mal tiempo nos ha dejado más o menos inmovilizados en nuestro campo base. Las nevadas, copiosas y diarias, han ralentizado nuestro ritmo pero no han mermado un ápice nuestra moral. Poseemos tiempo de sobra, tenemos de todo y nada será capaz de desesperarnos. No pasa nada por un poco de nieve, ya que falta prácticamente toda la temporada y, cuando la mayoría de las expediciones de este año todavía no han llegado a sus respectivos campos base, nosotros tenemos ya el objetivo en el punto de mira. Además me encuentro especialmente satisfecho de la elección de compañeros de este año, que modestamente juzgo como un gran acierto. Horia Colibasanu, un gran amigo, está en muy buena forma, además de que no deja de hacer bromas. Don Bowie es un escalador excelente, extremadamente fuerte, motivado, tranquilo y además un excelente compañero. Me parece que no será la última vez que nos veamos las caras.

Por la noche hace todavía mucho frío, cuando deja de nevar, y a veces me siento a ver las estrellas, en el memorial que domina el campo base, bajo las banderas tibetanas de oración. El cielo que disfrutamos aquí no se puede ver en ningún otro lugar, y el silencio es una droga que colma mis venas de paz. Sentado entre las placas de los amigos y desconocidos que dejaron aquí su vida, sonrío en su memoria, miro al gigante Annapurna, y sigo susurrando versos de alguna vieja canción; "Y si me dejas, te voy a pintar con el color de cualquier esquina".

Iñaki Ochona de Olza

Enviado por Lucía el 04.07.08

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